Como cada año, en el Hogar Argileku celebramos las cuatro semanas de adviento para festejar la Navidad. Cada semana mediante un cuento, reflexionamos sobre diferentes situaciones cotidianas con el propósito de aprender y mejorar como personas. La primera semana encendimos la vela verde para recordar el inicio del adviento y proseguimos con la lectura de un cuento que nos hizo pensar en que los seres humanos tendemos a opinar demasiado pronto sobre cosas que no comprendemos. Nos creamos nuestras propias ideas y juzgamos con mucha facilidad a los demás sin conocerlos. Entre todas llegamos a la conclusión de que antes de juzgar a una compañera del Hogar, a una amiga o a un familiar, debemos asegurarnos de conocer su realidad.
La semana siguiente iluminamos nuestro salón con la vela morada y recordamos lo aprendido la semana anterior. En esta ocasión, leímos una breve historia sobre los rumores y el daño que provocan en las personas. Pudimos compartir algunas situaciones negativas vividas a causa de los rumores y el relato nos enseñó que antes de difundir una información negativa sobre alguien nos hagamos tres preguntas: ¿Estás segura de que lo que vas a contar es cierto?, ¿Lo que vas a decir es algo bueno? y ¿Servirá de algo saber lo que he oído? Si un mensaje que puede herir no pasa la prueba de estos tres filtros, es mejor callarse.
El encendido de la vela roja representa la tercera semana de adviento, en esta ocasión leímos el cuento del árbol mágico donde poder dejar en él todo aquello que nos hace daño. Si existe un problema, tratemos de resolverlo, pero si llevarlo a cuestas sin hacer nada para resolverlo nos crea mal humor, tristeza, pesar, amargura o angustia, mejor dejarlo colgado en el árbol de los problemas o, mejor aún, tirarlo a la basura.
Por último, el alumbrado de la vela blanca nos avisa de que muy pronto llegará la Navidad, es el último domingo de adviento. Después de todo lo aprendido las últimas semanas quisimos completar esta celebración recordándonos lo importante que es saber apreciar lo bueno que tenemos en nuestra vida y ver y reconocer, como leímos en un cuento anterior, lo valioso que nos rodea, aunque a veces nos olvidemos. Comentamos a viva voz que debemos reconocer nuestras cualidades, valorar a las personas que forman parte de nuestra vida y hacer lo posible para que el presente sea mucho mejor porque, al hacerlo, crearemos un futuro distinto.
Además de la reflexión y el aprendizaje, en el Hogar Argileku también sabemos pasarlo bien por eso este año invitamos al Olentzero y su mujer Mari Domingi.
Comenzamos el día con una buena comida, creando un espacio en el que poder compartir manjares y alegrías. Por la tarde, llegó el momento de los regalos, Olentzero Y Mari Domingi fueron muy generosos con todas nosotras; seguramente porque este año hemos sido buenas. Fue un día increíble, divertido y cargado de risas, abrazos, emociones y mucho amor.
Educadora: Garazi Bueno Barcena